The Lighthouse of Progress was a solo show in the Gabriela Mistral Gallery (Santiago, Chile), in which notions of the human being in its own context were articulated through video, volume, painting and drawing. It leaves behind milestones that in one way alter the world, and at the same time tell of someone, or something, that is no longer present. It always leaves something that points to this.
The first room was composed of works that alluded to some of the essential ways in which man intervened in the world, taking as reference not only archaeological findings of Palaeolithic Europe, but also local public sculptures. An example of the latter is Lorenzo Berg’s piece, composed of a series of rocks taken from the outskirts of Santiago.
The scale model of an obelisk-type building occupied the second room. It was about the interpretation of a project envisioned by French architect Constant-Désiré Despradelle for the city of Chicago at the end of the 19th century, which, if built, would have been 457 metres tall. The name of this project, Beacon of Progress, tells of the intention behind the construction of high-rise buildings and what they pretend to represent.
The video in the second room, on one hand, was also a registry of the backpacking trip to Region de los Lagos (in the south of Chile) I realised in June of 2017. It shows the walk from Puerto Montt to Ensenada, motivated by a variety of texts by authors such as Darwin and Humboldt as well as local colonists that describe the area as indomitable and hard to access. To enter the projection room, the spectator had to go past a wall of primary colours, black and white, that occupied an important part of the room.
Art, understood as the space between what is sacred and profane, is a place that lies at the border of things, in which mankind seeks to meet that which cannot be seen. This exhibition was a compilation of ideas that I have been accumulating regarding this belief.
El Faro del Progreso fue un proyecto que presenté en Galería Gabriela Mistral (Santiago, Chile) en 2017, en el que articulé desde distintos medios, sean video, volumen, pintura y dibujo, nociones del ser humano en su contexto. Éste deja tras de si hitos que por un lado alteran este mundo y a su vez dan cuenta de la presencia de un alguien, o algo, que ya no está presente. De cualquier modo siempre queda algo que lo señala.
La primera sala de la exposición estaba compuesta por obras que aluden a algunas de las formas esenciales en que el hombre intervino el mundo, tomando como referencia tanto restos arqueológicos del paleolítico en Europa, como esculturas públicas locales, como lo es la obra de Lorenzo Berg, compuesta por una serie de rocas traídas de las afueras de Santiago.
El modelo a escala de un edificio tipo obelisco ocupaba parte de la segunda sala. Se trató de la interpretación de un proyecto que el arquitecto francés Constant-Désiré Despradelle articuló para la ciudad de Chicago a fines del siglo XIX que, de haberse construido, hubiera sido de 457 metros de altura. El nombre del proyecto, Beacon of Progress, da cuenta tal vez de la intensión tras la construcción de este tipo de edificios de gran altura y lo que éstos pretenden representar.
El video de la segunda sala, por su parte, es un registro del viaje que realicé en junio de ese año a la Región de los Lagos en el que registré una caminata, mochila al hombro, desde Puerto Montt hasta Ensenada, motivada por textos escritos tanto por autores como Darwin o Humboldt y como por colonos de la zona que describen la zona como un territorio indómito y de difícil acceso. Para poder ingresar a la sala de proyección el espectador debía cruzar un mural de colores primarios, blanco y negro que ocupaba parte importante de la sala.
El arte, entendido como el espacio entre lo sagrado y lo profano, es un lugar en el límite de las cosas, en donde el ser humano busca encontrarse con lo que no puede ver. Esta muestra fue un compilado de ideas que he ido acumulando con respecto a esa creencia.